24/11/2025
Durante años, la banca corporativa ha centrado sus esfuerzos en optimizar procesos y reducir costes operativos. Sin embargo, el contexto actual exige un cambio de paradigma. En 2025, los proyectos de mejora de producto se han convertido en una palanca estratégica clave para fidelizar clientes corporativos, competir frente a fintechs cada vez más ágiles y abrir nuevas fuentes de ingresos sostenibles.
La prioridad ya no es solo la eficiencia, sino la capacidad de los bancos para reinventar su propuesta de valor. Los proyectos más relevantes son aquellos que impulsan la resiliencia en operaciones globales, mejoran la experiencia del cliente con soluciones simples y fluidas, promueven la innovación frente a fintechs y big tech, y, al mismo tiempo, integran el cumplimiento normativo y los criterios de sostenibilidad (ESG) en el corazón del negocio.
Entre las tendencias más destacadas en mejora de producto destacan los pagos embebidos, que permiten integrar los servicios financieros directamente en los sistemas de gestión de las empresas gracias al uso de APIs; la tesorería digital, que ofrece visibilidad en tiempo real sobre la liquidez y facilita la conciliación automática en múltiples divisas; y la banca como servicio (BaaS), que transforma los productos bancarios en módulos flexibles y escalables, consumidos “a la carta” por las empresas. A ello se suma la evolución hacia una experiencia corporativa más intuitiva, con procesos de onboarding totalmente digitales, contratos simplificados y dashboards que centralizan la información relevante para la toma de decisiones. Por último, la dimensión de sostenibilidad y ESG gana protagonismo, con herramientas que permiten medir el impacto ambiental y social de las transacciones y reforzar la transparencia ante los stakeholders.
El éxito de estos proyectos depende de una ejecución impecable. Requiere una gobernanza clara entre las áreas de negocio, tecnología y cumplimiento; co-creación con los clientes mediante metodologías de design thinking; agilidad estructurada, que combine la velocidad de los sprints con los controles regulatorios necesarios; y KPIs bien definidos que midan el impacto real en costes, adopción y satisfacción del cliente.
En definitiva, los proyectos de mejora de producto han dejado de ser una cuestión táctica para convertirse en un motor estratégico de diferenciación. En un entorno financiero cada vez más competitivo y global, son el instrumento que permite a los bancos no solo mantener su relevancia, sino también crecer y liderar la transformación del sector.
Andrew Calero
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